Recorrido:

9:30-10:10 Trayecto desde el hotel rural «La Gufaia» hasta Pistoia
10:10-11 Visita a Pistoia
11-11:45 Trayecto
11:45-12:20 Visita a Pescia
12:20-12:50 Trayecto
12:50-13:15 Visita a Collodi
13:15-13:45 Trayecto
13:45-17 Visita a Lucca y comida
17-18:20 Trayecto
18:20-19 Visita a San Miniato
19-22 Vuelta al hotel y cena en Montelupo Fiorentino

Esta parte de la Toscana merece la pena si no conoces Pisa. En ese caso, es una buena idea hacer una excursión de un día a Lucca y Pisa desde Florencia. Nosotros ya habíamos estado en la ciudad de la torre inclinada, así que decidimos seleccionar otros pueblos y lugares singulares para completar el día de camino a Lucca. Realmente, no nos mereció mucho la pena y, de saberlo, habríamos dedicado otro día a la ruta del Chianti y a visitar Volterra.

La primera parada fue Pistoia. La catedral y el baptisterio son muy bonitos por fuera, aunque de estilo muy similar a la de Lucca. El resto de la ciudad no tiene nada que haga que merezca la pena conducir hasta aquí. La segunda parada fue en Pescia. Lo único interesante fue una pequeña iglesia que encontramos por casualidad y que no aparecía en las guías a pesar de estar muy cerca del resto de «atracciones». La iglesia de San Antonio Abad parecía sacada de un thriller americano de trasfondo religioso: íntima, oscura, vacía, misteriosa y con unos frescos llenos de demonios y de alegorías del Juicio Final muy curiosos.

De Pistoia y Pescia partimos con cierta rapidez y el regusto amargo del que ha desperdiciado unas horitas de sus vacaciones. Además, teníamos muchas esperanzas depositadas en el siguiente destino, Collodi, ciudad natal del autor de Pinocho. La ciudad que nos recibió era digna de una película, pero esta vez de terror. El parque de Pinocho, pensado para que niños y adultos rememoren el cuento a través de esculturas repartidas por un jardín, es decadente, solitario y decrépito. Solo hay que ver la megaescultura de Pinocho que te despide al salir de la ciudad, da miedito.

La otra atracción de la ciudad es la villa Garzoni, que cuenta con un jardín renacentista muy conocido y celebrado en todas las guías. Cuando nos dirigíamos a visitarlo y tras pasar por delante de multitud de vendedores de merchandising de Pinocho (en serio, comprad vuestros pinochos en Florencia), nos encontramos con la taquilla del jardín: 13 euros por cabeza. A través de la valla atisbábamos una escalinata versallesca muy bonita pero poco más. ¿Sería otra decepción a añadir al día que llevábamos? Por si las moscas, decidimos dirigirnos directamente a Lucca.

Lucca sí merece una visita, aunque si es lo único que vais a ver de esta zona, yo me lo pensaría. Como he comentado al inicio, lo ideal es hacer una excursión para ver Lucca y Pisa en un día desde Florencia o, como mucho, desde Siena. Esto es lo que más nos gustó de Lucca:

Paseo por el parque que recorre la muralla. Es muy tranquilo y te ofrece una bonita perspectiva de las lujosas villas que hay en algunos barrios de Lucca, así como de la elegancia de esta ciudad.

Iglesia de San Miguel. Preciosa fachada, muy parecida a la del Duomo. Por la zona hay muchas cafeterías donde tomarse un café o un gelato.

Duomo di San Martino. Lo que más nos gustó son tres elementos misteriosos que le encantarían a Iker Jimenez: el laberinto que hay tallado en uno de los pilares de la entrada y que podría estar relacionado con los templarios, una cruz que apareció en el mar y un cuadro de Tintoretto que trata la Última Cena de forma muy iconoclasta (perspectiva contrapicada desde el lado corto de la mesa, María Magdalena en primer término en el suelo y Jesús medio asomado ya al otro mundo).

Piazza del Mercato. Era el antiguo anfiteatro romano de la ciudad, por eso guarda la misma forma circular pero sustituyendo las gradas por unas casitas amarillas muy entrañables. En este vídeo se aprecia la forma de la plaza, ¡no os mareéis!

Basílica de San Frediano. Impresiona el gigantesco mosaico bizantino en la fachada. El interior es bastante interesante, con una pila bautismal de ornamentación muy rica y el cuerpo (casi) incorrupto de Santa Zita, una santa del siglo XIII que fue sirvienta en Lucca.

– Las puertas y aldabas de Lucca son un secreto escondido, que requiere tener la vista entrenada para detectar lo singular entre lo cotidiano. Guille García tiene en Minube una buena colección que reunió en su viaje a Lucca.