La rehabilitación del barrio de Triball que ha tenido lugar en los últimos años ha sido una de las mejores cosas que le ha pasado al centro de Madrid. Una zona tan bien situada, pero que parecía haberse estancado en una marginalidad de arrabal antigua y algo sórdida, fue resucitada a la vida comercial gracias a la iniciativa de unos cuantos y a una táctica muy inteligente: abrir muchos locales a la vez y generar un efecto llamada en los medios que llenó las calles de modernos y ahuyentó a sus tradicionales habitantes.
Un día que deambulaba por el barrio, reparé en el escaparate de una licorería en la calle Corredera Baja de San Pablo. Era una de las tiendas que quedaban de la época oscura del barrio, con productos apilados y mal iluminados, escaparate abigarrado, poca atención al detalle y empleados con pinta de guardar una escopeta debajo del mostrador como en las películas americanas.
Me sorprendió, sin embargo, la cantidad de marcas y bebidas diferentes que tenían en su interior. Las ginebras premium más de moda, los últimos vodkas de importación, las tónicas Edición Heritage que ha lanzado Schweppes y complementos de coctelería como el Monín, se codeaban con el Anís del Mono y la trilogía LSD del borrachín de barrio (Larios, Soberano, DyC) sin que la extraña mezcla de clientes habituales se inmutara lo más mínimo. Cero snobismo, cero impostura, y esa mirada en los dueños del que todo lo ha visto y ya nada sorprende.
La última vez que fui, el local había sido reformado recientemente pero respetando bastante su espíritu original, mezcla de sordidez y franqueza, como si de la restauración de un edificio histórico se tratara. Ahora, hay mucha más luz, pero la dependienta te sigue tratando con la misma calculada indiferencia con la que atiende al proxeneta, al gafapasta, al abuelo, al gourmet entendido, al inmigrante, a la prostituta, al alcohólico, al vecino. Un verdadero placer.
Al salir, hice un descubrimiento que me llevó a escribir este post. El nombre del establecimiento es «Licores Picor». No se puede decir más, con menos.
Foto: google street view